El viernes pasado, como resultado de una explosión en dos oleoductos cercanos a las costas de Dalian, al norte de China, unas 1,500 toneladas de petróleo fueron vertidas en el Mar Amarillo, provocando una mancha que abraca los 50 y 100 kilómetros cuadrados.
La empresa responsable fue la China National Petroleum Corporation, el mayor productor asiático de petróleo y gas, una de las cien empresas con más utilidades en todo el mundo y que en enero pasado también reportó una fuga de combustible en el río Wei. Sin víctimas que lamentar, la empresa prometió hacer todo lo posible por disminuir las consecuencias de este accidente.
Por el momento, la Administración de Seguridad Marítima de este país ya ha trabajado en varias acciones para que el derrame no se extienda, a pesar de la amenza de fuertes vientos y lluvías (que emperorarían el nivel de contaminación). Desde el sábado, casi 1,000 embarcaciones recolectaron 460 toneladas del crudo.
Ahora, se trabaja con biotecnología, a través de bacterías que procesan el crudo y trabajan las 24 horas del día. “Este es el derrame de petróleo más serio que he visto los 20 años que llevo trabajando como empleado de la Marina”, señaló Huang Yong director general de la Marina de Dalian.
